La canción de los nombres olvidados
«Dovidl, en nuestra comunidad, tenemos una obligación especial impuesta por el rabino viejo en Treblinka; recordar los nombres de los muertos. Los nombres, se memorizaron a través de una canción. Más tarde decidieron escribirlos».
«Pusieron música a los nombres para no olvidarlos. Era una tradición oral, transmitida boca a boca durante 100 generaciones. Es una cadena que no puedo romper.
¿Cuánto dura la canción?
5 días.
Se canta por turnos, cinco rabinos una vez al año. La he oído sólo una vez.
Son tantos nombres…
Hice una promesa: componer una versión para violín de la canción de los nombres y tocarla en Treblinka.
¿Sabes cuál era uno de los miedos de los judíos en el campo? No era morir. Era que muriera toda la familia y no quedara nadie para recitar el kadish por sus almas».
La canción de los nombres olvidados
En pleno estallido de la Segunda Guerra Mundial, el pequeño Dovidl llega a Londres como refugiado judío desde su Polonia natal. Con solo 9 años es un prodigio del violín, lo que propicia su acogida en una destacada familia británica, que le integra como un hijo más y promociona sus estudios musicales.
Dovidl se convierte en el mejor amigo de su nuevo «hermano» Martin. Años después, Dovidl está a punto de ofrecer su primer y esperado concierto, pero horas antes desaparece sin dejar rastro.
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