La señora pasa la tarjeta de embarque por el escáner.
La tensión aumenta…
…de repente un hombre aparece en la cola.
La señora se detiene.
Estoy algo confundido.
Me doy cuenta de que este hombre lleva también el mismo uniforme.
«El embarque se está retrasando un poco, abriré la otra puerta», le dice.
«Gracias», dice la señora mientras sostiene mi tarjeta de embarque.
Y ahora el nuevo asistente, o como lo llamo ahora, «El héroe», se coloca detrás del otro mostrador y lo abre.
«Tarjeta de embarque, por favor». Le dice el héroe a Greten.
Bip.
La señora que tiene mi billete lo escanea.
«Botella / David» aparece en la pantalla.
Pero Greten sigue aún con el héroe y no lo ve.
«Gracias, Sr. Botella», sonríe la asistente mientras me indica que pase.
Greten y yo cruzamos la puerta y nos dirigimos a la puerta del avión.
«Bueno, parece que estoy en la parte trasera del avión», dice Greten. «Así que supongo que hablaré contigo más tarde».
«Oh…vaya», digo.
Ella sonríe y dice: «y si no te vuelvo a ver, ¡que disfrutes tu viaje en Amsterdam»!
Me paro en seco.
Un momento, «¿vas a Amsterdam? ¿No vas a Chicago?» le pregunto.
«No», dice Greten. «Voy a Amsterdam. No sabía que hacías escala allí para ir a Chicago».
Respiro aliviado.
Parece que mi farsa se acerca a su fin.
«De todas formas, nos veremos más adelante, Daniel», dice. ¡Cuánto me alegro de verte de nuevo!».
Se sube al avión, y esa ha sido la última vez que vi a Greten.
Y la última vez de mi existencia como Daniel.
Muy bien, ¿pero a qué viene todo esto?
Verás.
Que hayas llegado aquí es la prueba de dos cosas:
Lo primero, las historias enganchan a la gente.
Lo acabas de experimentar. Ese impulso que tiene la gente de saber cómo acaba una historia una vez están metidos en ella.
Y ahora lo segundo que demuestra tu presencia en esta página:
La gente sí lee.
Con este email en concreto, has dejado a un lado todo lo que estabas haciendo, he conseguido que leyeras casi 1.000 palabras y después has hecho click en el enlace para llegar hasta aquí.
Esto te lo cuento porque a mí me gusta escribir.
Me lo paso bien.
Y es algo que igual tú también puedes aprender y te podría resultar útil.
¿Para qué?
Pues para promocionarte, por ejemplo.
Por si quieres organizar una master class y quieres que se apunte gente.
O para que vayan a escuchar tu concierto de graduación o cualquier concierto que organices.
O por si tienes un nuevo proyecto entre manos y quieres atraer a gente.
Con esto sólo no quiere decir que vayan a ir, después hacen falta otras cosas.
Verás.
Hay gente que disfruta con mis historias.
Hay otros que no y se dan de baja.
Nada en contra, todo lo contrario, lo celebro.
El problema es cuando hay alguien que se quiere dar de baja y no sabe cómo.
Ahí viene el problema.
Como el otro día que recibí un email que decía:
«No quiero seguir leyendo tus historias, como hago para darme de baja».
Entonces siento lástima.
Al igual que la sentí por Greten en la escena del aeropuerto.
Me imagino a un pajarillo indefenso enjaulado.
Por eso si has estado un tiempo encerrado en esta jaula y no sabes cómo salir, quiero abrir la puerta para que seas libre.
Mira.
Al final de cada email hay dos pestañas.
En una pone «unsuscribe» y en la de al lado pone «change subscriber options»
Tienes que darle a «unsuscribe».
Le das y te lleva a otra página.
Ahí pones la opción de «unsuscribe», directamente se da de baja y no recibirás más correos míos.
Así de fácil.
Así de rápido.
Bien.
Si por el contrario prefieres seguir leyendo mis historias y que te cuente las últimas novedades de Academia de Clarinete (por cierto, muchas cosas se están cocinando), en ese caso, nos seguimos leyendo.
PD: si además de leer estas historias quieres formar parte de ellas, enlace arriba.